Cuando Jesús multiplico los panes, el proceso que siguió fue agradecer y compartir. Agradecer es apreciar y demostrarlo con afecto por la fuente, que nos permite seguir en el camino, ir con bien y estar nutridos física, espiritual y emocionalmente. El agradecimiento a Dios es garantía de satisfacción porque lo que viene de el siempre es perfecto, eterno y suficiente. Cuando pensamos que algo se debe a nosotros, hacemos de esos bienes materia terrenal perecedera y vacía que sin importar su cantidad y forma, jamás saciara nuestro apetito ni servirá para un bien mayor. Hoy recuerda que con apreciación, aquello que recibes será perfecto por su origen si lo atribuyes a Dios y se multiplicará infinitamente si lo compartes con los demás.
Que Dios Nos Bendiga!
Si al recibir esto piensas que sirvió, bendice y comparte con otros para que sirva mejor.
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