La paciencia es como el agua a la siembra, entre más le ponemos más verde se vuelve la planta y más grandes y nutritivos crecen sus frutos. Por otro lado la impaciencia y el enojo por el paso del tiempo son como la sombra sobre el pasto, lo inhiben le quitan su fulgor y al tiempo desaparece en lugar de retoñar.
Hoy recuerda que sí quieres frutos, ellos necesitan paciencia, porque al final de la historia pueden llegar tarde o no llegar, Tu eliges.
Que Dios nos Bendiga!
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